El ritmo es el pulso de la vida y afecta todos los estados físicos. Puede utilizarse para restablecer las pulsaciones normales y saludables en una persona.
Cuando nos exponemos a un ritmo regular y estable se desencadena una resonancia en los propios ritmos naturales del cuerpo.
Los ritmos externos pueden activar una resonancia forzada y una transmisión de nuestros ritmos internos. Esto puede ser beneficioso o perjudicial.
Determinados ritmos son anormales y pueden crear problemas. Son capaces de estimular excesivamente el pulso interno. Pueden provocar que el ritmo cardíaco normal pase a un nivel perjudicial para la salud en el interior del cuerpo. Por ejemplo, algunos de los ritmos que utilizan las bandas de rock and roll, punk y heavy metal pueden afectar a todas las funciones corporales internas.
Cualquier ritmo fuerte al que nos exponemos durante un periodo de tiempo suficientemente largo crea un estado de excitación e hiperactividad en el interior del cuerpo a medida que entra en resonancia con él.
Los ritmos uniformes y dirigidos restablecen los ritmos corporales cuando éstos están desequilibrados. Las personas con dolencias cardíacas, por ejemplo, sacan un gran partido de la música barroca. Esta forma de música clásica posee un ritmo tranquilizador y revitalizador por lo que se refiere a las pulsaciones del corazón. Este tipo de música se está utilizando actualmente en cirugía cardíaca. Su ritmo ayuda en la curación y en el fortalecimiento del corazón.
En distintas prácticas chamánicas se utiliza el toque del tambor para provocar un cambio en el estado de la conciencia e incluso un trance. Quien participa en una de las citadas prácticas se concentra en el toque del tambor y lo sigue, como si montara en él para realizar un viaje mítico hacia un estado interior del ser. Ello proporciona acceso a niveles de conciencia que son normalmente inaccesibles.
Los ritmos, sobre todo los de instrumentos de percusión, activan el bazo y los centros básicos de los chakras corporales. Dichos centros se hallan vinculados a las funciones del sistema circulatorio, las suprarrenales y nuestra fuerza vital básica. Son también nuestros centros de sexualidad: la expresión física de nuestra espiritualidad vital dinámica.
El ritmo estimula la energía física. El tamborileo puede constituir un medio para aumentar el fluido sanguíneo por todo el cuerpo. El ritmo puede acelerar o desacelerar los latidos del corazón, así como todos los órganos vinculados a éste. Así pues, era prácticamente impensable que un antiguo chamán, curandero o sanador no poseyera un tambor o instrumento para el ritmo.
En la sonoterapia actual se utiliza cada vez más el tambor como medio para relajar y causar estados de bienestar y paz.
Extraído de “La curación por la música” de Ted Andrews